domingo, 28 de febrero de 2010

Poema de insomnio

aa Judas y anónimos.
.
Así son los paisajes en la literatura.
Ruinas de la infancia.
R. Piglia

.
Hay que avistar la orilla
brillante del suicidio.
Perdí la vista
pero estoy a tu lado.
Ala izquierda del ángel /
ala derecha / ala rota / falta
de hierro y sueño.
,
K. D. Cobain
.
Capítulo Primero (versos
que debieron ser quemados).

Toma I

Aujourd’hui, le soleil d’hiver et ses paysages se sont penchés. Les dernières, ils choisissent se prosterner sous le vide bleu de l’après-midi. Mais le soleil parcourt la périphérie de Paris. Il court sous les autoroutes, il se dirige vers le centre ville pour se laver dans le fleuve et connaître les lisières plongées de l’Île de la Cité. Il se tourne vers la colline de Montmartre, le boulevard Ordino et les quartiers noirs. Il a couvert la ville comment un grand oiseau nu. Aujourd’hui, il est samedi et on est libres. Il nous a réveillés vers le midi, le soleil, à travers des bras effeuillés de notre acacia. Le soleil est venu en courant sûr la rue Jean Cocteau et il nous a embrassé les cous et les mains. Il a chatouillé nos rêves. La même tendresse, il renverse l’haleine sûre les parcs et les places.
.
I
.
Bajo el sol tibio, el porvenir es un sendero trazado
a los 20 años.
La grava del camino la oculté
en enormes cúmulos en bolsillos internos
(tracé los bordes del sendero con mis dientes
hasta despejar el este de la tierra).

Plaza René Binet, Clignancourt, sábado 17:43 hs.
Escribo un borrador permanente / una larga
bandada fundiéndose en el atardecer, 
escribo

éramos el verano permanente
que hoy se ahoga
en los cuartos cerrados de mi porvenir.

Plaza René Binet, Clignancourt, sábado 18:00 hs, escribo

quiero besar el secreto de esta melancolía
como labios en mi cuerpo por primera vez.


Toma II

À quelques pas de la périphérie, vers la place où se verse le débit vide de la rue René Binet, la jeunesse d’un enfant se fane. Tout à coup, son visage est adulte et scélérat. C’est l’enfant abandonné, l’adulte perdu. Il compose des poèmes au passé mais il ne les écrit pas. Il monte des soliloques avec le faible espoir de pouvoir les souvenir à son retour, après la place est fermé. Ceci il y a des passages de ses pleurs. Son poésie, c’est née dans les fissures des vieux bâtiments d'une capitale lointaine. Son pleur est né et mort dans les recoins chauds de cette ville. Il les écrit dans les sables de la côté brave, dans la mer méditerranéenne, après dans les rondpoints de Paris. Il récite des soliloques pendant son corps se fond sûr la siège. Il a l’air de parler seule, il se taire quand un ballon de football est tombé à côté de ses pies et un enfant s’approche. Il se taire pour ne pas effrayer les enfants. Il les désire l’espoir: une enfance gelée sous les galeries des avenues qui n’existent pas.

I

La promesa como conciertos distantes, exposiciones
en galerías sin ventanas y películas caseras
grabadas en videotape / luz inyectada
en tomas de 60 watts
bajo temporales urbanos y casuarinas revueltas.

Gurí, vos te acordás que fuimos níveos
caminos por andar
en carretas de nogal de bravura / en misa, cada mañana,
nuestras alas rotas eran conductos
de electricidad a los hermanos, y al arreo
nos llamaban egidas:
bacantes límpidos en un desierto
personal.

Fuimos casi salvadores
de nuestra derrota.
Hoy los versos arrastrados, nada más.

II

La infancia la anduvimos en deriva
al más veloz galope
sin saber donde terminaban los trémulos
regazos de nuestros pétramos, dónde
empezaba de nuevo la calle.

Detrás dejábamos nubes de polvo, el pasado
como un rudimento de ciudad lejana.

Cabalgamos las sierras de córdoba
en excursiones colegiales,
atravesamos los veranos entre fogones artificiales
y guitarras histéricas y extensos pasillos
donde el amor era un rumor, un experimento o poco más.

IV

el resto -los animales mecánicos
y el amor 1ª parte, los salones
de ensayo y las soñadas columnas Marshall-
esconde el timbre muerto
de esa deriva.

IV (interrupción)

Un viejo tema de Atahualpa dice
la pampa mata de abajo
el sol
castiga de arriba.

V

Hace varias primaveras que dejamos
de vestir como seríamos.


Gurí, vos te acordás del primer porro
armado con la estampita del santo
patrón de nuestra escuela:

la desidia, el amor 1ª parte.


Toma III 

Pasé toda esta tarde en la plaza que se esconde a metros de las autopistas del límite. Recitaba sin escribir nada. Nuestro talento fue el aplauso en las reuniones familiares, recitaba, nada más que variaciones de un rostro (anagramas y caricaturas). Hablaba del pasado como un soldado derrotado y solitario. Sin novedades en el frente. Su familia lejos de casa, desaparecida. En el frente solo se precipitó el sueño. Esta tarde, las primeras estrofas del soliloquio fueron torpes. No daba con las palabras. No encontré metáforas. No encontré adjetivos, apenas colándose frente a sustantivos abstractos. No encontré las palabras que dan cuenta de los torrenciales más fuertes. Busqué, con poca fuerza busqué pero no hubo nada.

Prólogo

no leas versos / son
confesiones mínimas.

I

La desilusión va al volante a 100
kilómetros por hora
en un viejo Ford de chapas negras.

El porvenir y lo soñado son dos
o tres amigos lejanos
en un auto que recorre las rutas
del sur de Argentina, un Ford
que sobrepasa las promesas
en curvas cerradas.

Un tema de mi adolescencia decía ELLOS
trajeron la CIA, los tanques
y todos los carapintadas para volar tu esperanza en mil pedazos
volar      el cielo más alto.

I (reformulado)
..............
Cuando el sueño se escapa y fumamos
un atado de veinte
hasta que suenan las cinco, cuando
sin pestañear entra la noche
sabemos que el eco es eco de nuestra propia voz
sin respuestas, que el eco es la insistencia
de los últimos años, de los últimos
veranos permanentes.

Febrero ya no es permanente, ya
nadie ofrece la risa de un porvenir mendaz
o el tiempo frágil e indemne de un cuerpo cercano, tendido
bajo un cielo idéntico al de mi imaginación,
bajo una música simple y fiel a mi imaginación

hace frío, mi nena tiene aeroembolismo y
ya no tenemos
amigos reales

.........

II

Estos puentes mentales son endebles.
A nuestros santos sin embargo los retamos
una y otra vez, quisimos
boxear moralmente hasta el amanecer
en un ring lejano y poca gente alrededor
y que al match lo transmitieran
los insectos de una radio sin señal.

(entre el mito, las drogas y las esporas
que devorábamos
elegimos prender fuego la búsqueda
de la verdad / mantenernos fieles
a una verdad coja y pésima como un poema de insomnio
pero nuestro a fin de cuentas / elegimos los restos
de una cosecha perdida por mal tiempo
pero tiempo nuestro a fin de cuentas).

Al pasado congeniado en el hielo
que recorre nuestras espaldas
lo llamamos refugio ausente, Insomnio.

III

Mi nena volverá en llamas, quemará
a todos los mentirosos, dejará
un banco de cenizas en la tierra.


Un jet estrellándose en el mercado de Seattle.
Una ciudad de pesadilla.
Estos son mis paisajes, ruinas
de la infancia / claros
en la tierra cavados por alerones
y cuerpos que saltaron
como lentos proyectiles de acero.

El pasado congeniado en el rencor
y lo improbable son Insomnio.

Toma IV

Pasé toda la tarde en una plaza que se esconde a metros de las autopistas del límite. La place René Binet. Quise escribir una elegía para dos o tres amigos que están lejos. Ensayé confesiones minúsculas. Un edificio sin columnas que oscila bajo la más liviana brisa. Una mezcla de pasado, mitos rotos y rock mudo. Hay que aceptar la pérdida por siempre, decía un amigo. Purgarlas en el papel, quizás: encerrar una tormenta eléctrica en una cajita de remedios para la ansiedad.

I

El pasado congeniado en el rencor
y lo imposible son Insomnio.

Insomnio es encontrar las florecientes
descripciones de mis pérdidas
y dejarlas como los castillos de arena
que sobreviven al abandono en playas invernales.

Hay que aceptar
la pérdida por siempre.
Negar las flores
que no fueron sembradas.

Insomnio es haber pasado los primeros 20 meses más crueles
trazando largos paisajes en hojas de calcar
como un mapa de la república y Malvinas. Trazar las estaciones
sin saber del invierno porteño todavía.
Soledad, insomnio es el mareo infiltrado en el recuerdo.

II

Las inundaciones suben desde el campo
y el sol castiga cada año
un poco más (yo desabrocho
los primeros botones de mi camisa
y fumo para después
verter las brasas en los trigales secos).

A veces mis ojos se emborrachan de ternura
contemplando esta periferia silenciosa:
un perro cubierto por hormigas rojas, durmiendo
en medio de la avenida desierta.
Un cuerpo trémulo: alguna vez leí
que los perros no dejan de temblar ya muertos
sino que sus nervios siguen golpeando
hasta levantar tierra.

El nombre que figuraba en las listas
de la escuela (¡Presente!)
como ese perro que tiembla en medio de la blanca avenida
antes de ser parte nueva del residuo o del pedregal.

II (reformulado)

Insomnio es balbucear este soliloquio en la place René Binet
a cuadras del Centre Sportif Bertrand Dauvin
donde mis hormigas nadan, después llegar
a casa a Clignancourt y aceptar la pérdida.

Cuando no puedo dormir, por las noches
enciendo veinte cigarrillos camel
y paso las horas tratando de escribir
las ideas brillantes o sea
los reproches
que enumeré durante el día.

Boceto del prefacio (escritos en la calle)


Una hora llevo enumerando el alfabeto / encontrando las bocas apropiadas para presentar a cielo abierto esta confusión. Hay quienes conocen las reglas del mundo desde un principio. Hay quienes jamás las comprenden y por eso se aferran la cabeza con furia, incomprendidos, ausentes. Hay quienes las conocen pero no están hechos para la afrenta. De todos ellos, los últimos somos los más desgraciados. Los que tienen miedo.

rue Jean Cocteau, 3:43 de la mañana

Las noches acá son antárticas; el insomnio perdura.
Nadie prenderá fuego este invierno, este suburbio.
No quiero perderme en la inmensa espera,
no quiero deber mi felicidad
a la ternura de una mujer
que procuro olvidar ahora.


Bocetos de los personajes

definiciones
Somos 2 recuerdos absurdos en un Ford
en una ruta nocturna de curvas cerradas.
Confundimos el pasado con la mejor ficción
y la verdad coja y los suburbios
de Londres en los 70’ y los cafés abarrotados
de beatniks inexistentes y la resistencia
de la Semana Trágica, de París en el 44’.

Recuerdos absurdos que inventan su verdad
para desconsuelo de sus amigos de segundo grado de vecindad,
afianzados en sus carreras médicoadministrativas.

A los maestros mostramos con orgullo la verdad plagiada
más allá de tanto miedo adentro, mostramos
la orilla brillante del suicidio, el ala rota
en busca del último muy bien.

rue Jean Cocteau, 4 de la mañana

Quise escribir una sincera confesión
y la olvidé por completo.

Toma IV

Verdad coja, errada y nuestra. Toda infancia que nace en la comedia puede culminar de cualquier forma. Depende de la dirección de nuestras manos. Del empujón, de los sonajeros campaneando sobre nosotros. Leí hace poco: todo lo que nace en comedia termina en tragicomedia.

Mis compases y las astillas de mis Faber 2B sumergidos
en los aljibes de esos paisajes,
ruinas de la infancia.

Gurí, nuestras invenciones eran tan absurdas
que ni escribir siquiera
podemos hoy sin desangrarnos.

Ya ves, estos bocetos los guardo
bajo de un colchón perforado
por acostarme y fumar a la vez
y tomar y ver pálidas sitcoms a la vez.

Cada palabra escrita es la renuncia
al canto. Fumar es tan perjudicial
como escribir en medio del Insomnio.
Cada cigarrillo, dicen,
ofrece un aventón de diez minutos.

Estamos rodando.

París, 20-02-10