domingo, 28 de febrero de 2010

Maia, Maia, y comentario final.

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CARENCIAS


no sé cuánto queda en mí al volver a casa, si la Lluvia
envuelta en celofán imaginario o la pequeña
diosa Maia me pertenecen    si la Poesía
de Lezama Lima y Auden  –esa combinatoria
de silenciosos abismos que traza el puntal de tu consciencia

los cuerpos, las diligencias, el amor desnudo nada me basta
pasan de las 6.AM y la noche insiste e imagino
un jardín de senderos inexistentes, una oscura bandada
volando en direcciones inexistentes, imagino
la máscara violenta de lo que todavía falta

pues no hay 1 solo amigo reprochándome en la mensajera
ni el recado de otros años ni el porvenir es largo pues

soy Yo perdiéndome en la condena absurda de los que 
/duermen afuera
y los ciegos que leen en la más profunda oscuridad   soy Yo
sin pasiones que me desvelen, como una mujer, de la noche
/al alba

un cúmulo de sueños mezclados a los pies de la cama
(las ventanas ahora dan sacudones eventuales
y su transparencia vibrátil oscurece, mis pensamientos se contraen

otra vez voy a dormir
en una anticipada inundación).




3 POEMAS CONVENCIONALES SOBRE MAIA


I

Era una mujer para las noches eléctricas
de la primera y única edad   ––ofrecía
a quien mejor ostentara la inteligencia del cuerpo
el tesoro del suyo, los roces próximos
que pronto olvidaría entre los muchos atardeceres
que compartimos después de clases.

Por la noche yo no olvidaba. Solía pensar en la ceniza
que dejarían sus mordeduras tras incendiar
esos cuerpos. Tenía 17 años. Inmóvil, la lluvia del viento en el follaje
llevaba los pedazos del crespúsculo al desagüe de mi casa.

Yo solía, tranquilo, porque la verdadera tormenta
se avecinaba en mi ventana oscura. De nada
me valieron esas lluvias. Ahora sé que pude haber llorado
mejor esa presión que en mí ejercía
 el mismo cielo otoñal, los mismos atardeceres
devorados por las madrugadas ajenas.



II

Soñé que dormíamos en la negrura del bosque de Vincennes
entre los lagos congelados de enero  –nuestros sueños
desnudos bajo la lluvia invisible, bajo el haz invisible 
/del tiempo,
y nuestras manos una con otra esperando el sol ajeno.
Sí: Maia y yo entre las tapias heladas donde entraba
/ mi sueño
como durmiendo a salvo en la esperanza de estar lejos.
En Vincennes soñé a su vez con la negrura y la esperanza
de la primera noche juntos en ese hotel de la calle Río 
/ de Janeiro
donde acercaste un beso deliberado pero con algo de miedo
o de estar segura de hacer algo definitivo  (era vernos
/ para siempre en medio de los empinados años, 
dudando de nuestra fuerza entre el abismo 
y las arrogancias del arte, bajo el cielo glacial
de Vincennes  –dudando juntamente de todo
menos de estar juntos).

III


En la pantalla de mi pensamiento, una secuencia
de Maia asiendo el filo del mar, desnuda.
Tengo 17 años y todas las grandes ciudades (incluso París)
me parecen pueblos adormilados en la ribera.
El tiempo es un puñado de tierra vana entre las manos.
Tierra ajena, nada importa demasiado.
Desnuda, como era, Maia sabida de memoria.



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En Le Monde de este sábado 27 de febrero, Tahar Ben Jelloun escribe: “Ce pays est fait de telle manière qu’aucune armée n’a été capable de vaincre les rebelles sur le terrain ». Se refiere a la intervención de la OTAN en los conflictos políticos en Afganistán. Es una frase certera o no tanto, acaso encadene explicaciones directamente a la misma tierra y polvo. Por lo tanto es una afirmación poética y no argumentativa. Preferiría leer, esta mañana, “Ce terre était fait de telle manière qu’aucune armée n’était capable de le vaincre ». Me recuerda a la invasión de Bahía de los Cochinos.

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trípticos

París 1:34. Un poema improvisado en papel de seda y su consumación lenta, ardiente, las brazas de tabaco alimentándose de mis palabras.

París 1:54. La rue de Crhistine y la rue de Savoie y la rue de Nestle son todas el mismo callejón. Dos ríos bordean el laberinto. El bulevar y las orillas del Sena.

París 2:10. El amor desdeñado antes de tiempo (la certeza) es una estrella distante.

París 2:11. Si vieras esta fotografía de bar en ribera / guitarras británicas y voces vociferando melodías quebradas de soundtrack / y tu recuerdo / reirías pobre varón, aún rompiéndole los dientes al espejo.

París 2:13. Juntos otra noche en la rue du Temple solo pediría stay tonight, my dear, I love you more than being seventeen.

París 2:15. No estuvimos hechos para construcciones ininterrumpidas. Sino para tomar y desangrarnos escribiendo. The house of the rising sound. El temor también es saliente.

París 2:17. Lucía carraspeó, encendió un Parisienne y esperó que el cigarrillo se consumiera, sin pitarlo, a un lado del semáforo de la esquina de Perú y Diagonal Norte. Entonces pensó en Derrey, en las diagonales muertas de París y llamó a un taxi.

París 2:20. Un diario se reescribe bajo un blues blanco. Un bar sombrío, un río que atraviesa, como la lluvia, las grietas de ciudad capital.

París 2:22. La escritura, al menos, permitiría reescribir mi biografía / ser quien no fui / al servicio de un retrato apócrifo.

París 2:24. No me vayan a haber dejado solo, y el único recluso sea yo. César Vallejo.


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OTRA DESPEDIDA IMAGINARIA DE MAIA R.


no sé si hice bien diciéndote no más, mejor
es recorrer, a tientas, la distancia
y por primera vez solos bajo un sol ajeno
no supe que también era dejarme a mí

a veces todo es un parejo atardecer
tenemos 17, nada agoniza en el recuerdo
así andamos como un temblor bajo la piel de la ciudad
bajo un mismo sol o en tu boca oscura, a veces
tu cuerpo respira en mis años siguientes
    afuera llueve y el mundo es una vana predicción
         todavía son las 6 de nuestra tarde.